Por los participantes del Taller de Literatura y Escritura Creativa
Fundación SoyComotu
Recientemente, en el Taller de Literatura y Escritura Creativa, hemos tenido ocasión de plasmar algunos de nuestros recuerdos que en buena parte consolidan la persona que actualmente somos. Los textos debían tener como hilo conductor la frase “Me acuerdo…”, en clara alusión a la obra homónima escrita por Joe Brainard. Me acuerdo, obra publicada originalmente en 1970, es una colección de frases, recuerdos, imágenes que nos ofrecen un extraordinario panorama compuesto de párrafos de diversa extensión y que en su totalidad adquieren la cualidad de un autorretrato verbal. Cada párrafo comienza con la frase “Me acuerdo”, y a partir de ahí el autor desovilla desde apuntes triviales hasta reflexiones que adquieren la cualidad del aforismo. Los alcances del libro trascienden las fronteras lingüísticas hasta el punto de que George Perec hizo un homenaje a Brainard en su obra Je me souviens. Al leer el libro uno se siente tentado a continuar su experimento y elaborar una versión personal. Nosotros no hemos podido resistirnos a esa tentación. Aquí está el resultado:
Me acuerdo de todo, bueno no de todo, no soy la espectral reencarnación de Ireneo Funes, pero sí de pequeñas aventuras que no dejo que el tiempo en un festín pantagruélico me robe, me acuerdo de que cuando tenía 8 años le expuse mis dudas a la profesora de religión sobre los sodomitas y los anti- semitas, su mirada de enfado condenándome al infierno como si le hubiera arrancado las alas a algún ángel. Recuerdo cuando me preguntaba de niño qué destino me prepararía la vida, esperando una metamorfosis, pretendía ser una vanidosa mariposa, alguien normal, pero experimenté un gran cambio hacia algo más grande, no imaginé por entonces que fuera una pertinaz cucaracha… Pero no me arrepiento, pues las cucarachas como yo conforman un colectivo invencible, Oscar Wilde decía << ten cuidado con lo que deseas, podría hacerse realidad>> no diré más, salvo que era sodomita.
Por David
<<Me acuerdo de cuando podía estirar los brazos más allá de estas cuatro paredes. De cuando podía respirar aire y notar el sabor a libertad en mi boca. De cuando el silencio era una mentira porque siempre había un tambor sonando al ritmo de la vida. Ahora el silencio es la única verdad que existe y lo ocupa todo, en esta caja de poco más de metro y medio. Me acuerdo de cuando todavía había cielo sobre mi cabeza.
Recuerdo los mejores momentos, pero desafortunadamente también los peores. Y es que ambos huelen a lo mismo, huelen a respiración entrecortada. En lo más alto y en lo más bajo de la vida, a uno siempre le falta el aliento. En el deseo y en la pasión, en el miedo y en la ansiedad. Recuerdo inspirar…y espirar. Pero también recuerdo haber expirado. Con equis.
Me acuerdo de haberle dicho adiós al mundo en una caída libre donde veinte metros de cielo, fueron por una vez míos, para acabar bajo tres metros de tierra, que ahora no son de nadie.>>
Aquel que queda al otro lado: <<Me acuerdo de cuando todavía no eras un recuerdo>>
<< ¡Ya, ya me acuerdo! Me acuerdo del olor a primavera en aquellos días de infancia, me acuerdo del tacto suave de aquel perro grande y blanco que me acompañó en mi adolescencia, me acuerdo del sabor del café de mi primera cita, me acuerdo del color azul de esa puerta sobre una pared blanca que debí de ver en algún lugar de Andalucía, del llanto-y lo recuerdo como música-de aquel primer niño que tuve. Me acuerdo de lo que olí, toqué, saboreé, vi y escuché. Me acuerdo de haber tenido cinco hijos con cada uno un nombre distinto hasta que un día empezaron a mezclarse. Me acuerdo de cuando empecé a olvidar y me acuerdo de las paredes blancas. Me acuerdo…>>
Aquel que queda al otro lado: <<Me acuerdo de cuando todavía me recordabas>>
<<Me acuerdo de haber pasado una semana por tu vida, y no haberte dicho ni mi nombre, por miedo a que te encariñaras y lo pronunciaras a oscuras durante más noches de las debidas. Recuerdo haberte dado un amor de siete días, haberte dejado mil instantes, mil segundos, pero ni una hora. Me acuerdo de haberme ido como llegué; sin decirte mi nombre. >>
Aquel que queda al otro lado: <<Me acuerdo de tu recuerdo, pero no me acuerdo de ti>>
Por Paula
Me acuerdo, y doy gracias de que me acuerdo. Porque tienes vestidos de los que necesito acordarme. Y no los concibo sin brisa ni noche, sin reflejos de una luna culpable en el hielo derretido de infinitas copas muertas por más bourbon y un borrón de carmín.
Me acuerdo, y doy gracias de que me acuerdo. Porque si como humano fui traicionado dos veces por una sola piedra derecho tengo de reclamarla como base edificable de mi iglesia.
Me acuerdo, y doy gracias de que me acuerdo. Porque necesito de tu presencia para acordarme de olvidarte. Me acuerdo, y me maldigo porque me acuerdo.
Por Alberto
Me acuerdo…
de las carreras en bicicleta, de los paseos por la montaña, de las verbenas veraniegas, de “mi pueblo” escondido entre montañas.
También recuerdo las largas esperas, la impaciencia por ser mayor, la sed de independencia.
Recuerdo sentirme solo, tardes enteras pasadas frente al televisor, el miedo a la oscuridad y la tristeza matutina al despertar.
Me acuerdo de una pequeña canasta en la habitación y una maleta repleta de libros, la música de los cuarenta sonando en el transistor y las tardes de verano tumbado al sol.
Me acuerdo de la nieve en Vitoria, de la niebla y el frío en la estación, a mi llegada los domingos de madrugada; del calor sofocante en el interior del vagón cruzando la cordillera cantábrica.
Me acuerdo de las visitas navideñas a Murcia, del largo trayecto desde San Sebastián, de la mutación del paisaje al despertar tras un sueño entrecortado en la litera superior del sofá-cama, del vaivén del tren sobre los raíles, de haberme sentido en paz.
No me acuerdo mucho de ti, siempre fui yo el verdadero protagonista; tal vez por eso mis recuerdos valgan tan poco en un día como hoy.
Me acuerdo de correr rumbo a ninguna parte, de mirar al horizonte con esperanza, de vivir con prisa, de querer tocar la cima de todas las colinas que rodeaban mi hábitat natural.
Me acuerdo de la bohardilla de Tolosa y de Kitty, mi gatita, mi regalo sorpresa de Reyes. ¡Siento mucho cielo no haber podido cuidarte entonces!
Me acuerdo de vivir presa de la nostalgia, de lo que pudo ser y no fue, de no querer asumir mi fracaso, de estar siempre preso de un incómodo presente y de buscar responsables para ese lúgubre paisaje.
Me acuerdo del orgullo de ser vasco mezclado con el temor de serlo realmente, de los atentados de ETA, de sus símbolos y lemas ensuciando y desfigurando las fachadas. Me acuerdo de hablar en vasco y sentir vergüenza, de amar la comida recién hecha, de las calles mojadas y del olor de la ropa húmeda, del ruido de las goteras y de los parques y columpios encharcados.
También me acuerdo de haberte querido ganarte a los cromos y de hacer trampas si lo hubiera necesitado. No me acuerdo de haber sido feliz pero si de anhelarlo y de querer llegar a serlo, algún día.
Por fin me acuerdo de que hoy es Martes, 28 de febrero, de que tengo miedo y dudo con relativa frecuencia, de que a duras penas me reconozco y que me está costando un mundo descubrir lo que quiero.
Por Mikel
un comentario
mikel
Todos vivimos un presente envuelto y sorprendido de recuerdos que colorean el paisaje en el que nos movemos. Haberles prestado una atención exclusiva a la hora de redactar mi aportación a la actividad me resultó muy gratificante y, más aún, el poder compartirlo con el resto de compañeros/as en el taller.
Enhorabuena y ánimo a todos los valientes que tratan de expresar lo que son y lo que llevan en su interior a través del arte en cualquiera de sus formas y modalidades.
Un saludo afectuoso.