Por Joaquín Regadera
Pensador y Cineasta
Necesitamos una compresión social para que la gente no acabe siendo abandonada. Hemos de mirar el poder desde arriba. Los varones debemos revertir la violencia machista, convirtiéndonos en ejemplo. Ser varón no implica el derecho de usar la violencia. La sexualidad ha de estar dentro de la esfera política, porque la esfera privada no ha de ser un espacio de libertad sin condena pública para mantener así el sistema.
Necesitamos articular una crítica de las distintas formas que toma la violencia. La no-violencia caracteriza lo que es vivir con otras personas. Hemos de comprometernos a no actuar de manera violenta. Un ethos común y compartido de entendernos que cruce las políticas internas. Hemos de performar los derechos para hacerlos valer y visibilizarlos.
Actuemos como si el poder no tuviese que decidir. El poder es muro, más que puente. Necesitamos más medios y más informes. La violencia es abandono. Nuestra lucha ha de volverse más inteligente, con lazos más sólidos. Tenemos que conectar con les demás. Hay que reducir al Estado y que derribar la academia. Empezando por nuestras redes, expandiéndolas, trasladándolas a las leyes internacionales, involucrando a los partidos de izquierda. Hay que abrirse y que facilitar las ideas de solidaridad. Hay que fortalecer los discursos minoritarios. Hay que llevar los principios de feminismo al discurso popular.