IMPLICACIONES EN SU AFRONTAMIENTO Y EL IMPACTO EN EL BIENESTAR EMOCIONAL
Por Carmen Cortijos Sánchez, logopeda y autista diagnosticada a los 36 años
La primera vez que leí que “una vez que recibes el diagnóstico, el alivio es inmenso” (Simone, 2010/2013, p. 37) fue antes de recibir oficialmente el mío, en noviembre de 2024. Y a partir de ahí, noté ese bálsamo que me brindó consuelo después de tanto tiempo. Sentí que por primera vez me identificaba con otras mujeres, que pertenecía a un grupo de iguales y me di cuenta de que no estaba defectuosa. Contaba con la psicóloga que desde el primer momento (antes del diagnóstico) supo cómo ayudarme, la que me acompaña en este camino. Así comencé a dar sentido a mi vida.
Ernesto Reaño (2023) señala que el ser define la identidad. “Yo soy funda un hogar mental y emocional en cualquier parte del mundo” (Reaño, 2023, p. 36). Y cuando una persona “es” tiene más posibilidades de encontrar su ikigai, el propósito del ser, su sentido.
“El diagnostico lleva a la identidad que habita una persona, un nombre.” (Reaño, 2023, p. 73), un aspecto llamativo del diagnóstico de neurodivergencia, en la mayoría de los casos, es que hace que la persona se sienta mejor. Las personas neurodivergentes nos sentimos mayormente aliviadas, mientras que nuestros familiares neurotípicos, sobre todo, cuando se trata de edades tempranas, pueden vivirlo como un duelo, una tragedia o un hecho traumático de ese hijo/hija/hije que ellos fantaseaban. No se trata de la neurodivergencia, sino de las expectativas frustradas de los demás. Esto no ocurre con otros diagnósticos.
En el reciente trabajo de Babinski y Libsack (2024) se estudia a un grupo de mujeres diagnosticadas con TDAH en edad adulta y los resultados arrojan que la mayoría de ellas, cuando supieron su diagnóstico, había cambiado su vida a mejor. Además, la mayoría no estaba de acuerdo con la idea de que este hecho hubiera empeorado su vida. Sánchez (2025) propone que estos resultados se podrían extrapolar a otras neurodivergencias como el autismo, las altas capacidades, dislexia, entre otras.
En la edad adulta, podríamos preguntarnos qué sentido tiene ahora un diagnóstico de neurodivergencia, en qué podría ayudarnos a estas alturas de la vida; el caso es que, si somos neurodivergentes, fuimos así desde siempre (Sánchez, 2025).
Tanto el estudio de Babinski et al. (2024), como el libro de Julieta Ax (2021) recogen testimonios de personas diagnosticadas de neurodivergencias en la edad adulta, TDAH y autismo respectivamente, y se llega a conclusiones bastante similares en ambos trabajos. La mayoría de estas personas siente ese alivio cuando saben quiénes son.
Conocer que eres neurodivergente implica tener unos desafíos, pero esos eran reales y ya existían antes del diagnóstico (Sánchez, 2025). El autoconocimiento nos permite saber cuáles son nuestras fortalezas y dificultades; además de tener la posibilidad de pedir ayuda en caso de que sea necesaria.
Ventajas del diagnóstico en la edad adulta
Los beneficios de obtener el diagnóstico de neurodivergencia, son los siguientes según Babinski et al. (2024) y Sánchez (2025):
1. Validación y autocompasión: dejar de sentirse fuera de lugar, roto, diferente. Lo que se nombra, existe. Cuando sabemos quiénes somos, podemos resignificar nuestra realidad, esta que tiene nombre propio, que explica nuestro recorrido y nuestras decisiones. Se trata de nuestro neurotipo y es real.
“Para mí, [el diagnóstico] fue una validación. Siempre supe que era diferente. El diagnóstico me ayudó a saber que no estoy loca, que es válido, que es “Realmente es real, todo lo que estoy sintiendo, validación y alivio, y simplemente confiar en mí mismo y creer lo que estoy sintiendo, y está bien ser diferente”. Testimonio recogido en Babinski et al. (2024).
2. Afrontamiento adaptativo y tratamiento: esto nos lleva a aliviar el sentimiento de culpa, a tratarnos a nosotros mismos con mayor compasión. Paramos con los “deberías” y “tendrías que”. Somos válidos tal como somos y no por lo que hacemos o no hacemos (Reaño, 2023). De lo que se trata es de hacer los ajustes que nos permitan el bienestar en nuestro entorno.
“Me he sentido muy culpable hasta este momento [recepción del diagnóstico], no puedo seguir el ritmo social, laboral, familiar de mis coetáneos, tengo desafíos en situaciones de la vida cotidiana. Me fustigaba pensando que era una fracasada, que estaba defraudando a mi familia y a mis amigos. Me ha costado (y aún sigo en ese proceso) encontrar el sentido de mi vida”. Testimonio personal.
3. La definición de la propia identidad: descubrir qué parte de nuestro comportamiento es nuestro y qué parte es una estrategia de supervivencia, es decir, de camuflaje. Definirnos es indispensable para saber quiénes somos realmente. El diagnóstico en la edad adulta nos permite hacer una revisión de las herramientas utilizadas para adaptarnos a lo largo de nuestra vida y así observarlas, con el fin de encontrarnos a nosotros mismos.
“Cuando comencé a leer y ver todos los síntomas, pensé: ‘Entonces, ¿cuánto de esto es mi personalidad real y cuánto de esto es en realidad mi personalidad? ¿TDAH? No sería quien soy hoy [si no tuviera TDAH]. No tendría este cerebro. Creo que ha sido parte de mí. Es simplemente una forma diferente de ser, pero con triunfos y cosas hermosas, pero también cosas lamentables por mi impulsividad”. Testimonio recogido en Babinski et al. (2024)
4. Concesión para pedir ayuda y hacer los ajustes que sean necesarios: nos damos cuenta de que no estamos solos/solas/soles, hay más gente con la que nos podemos sentir identificados, existen comunidades de apoyo y profesionales (psicólogas/ terapeutas ocupacionales/ investigadoras/ psiquiatras/ trabajadoras sociales) que nos pueden informar de los recursos disponibles y útiles para nuestro neurotipo. Podemos pedir ayuda, concretando mucho más en qué aspectos la necesitamos; adaptar nuestro estilo de vida, nuestra casa y nuestro entorno.
5.Conexión con otras personas neurodivergentes: una vez que conoces tu realidad, te concedes buscar comunidades de personas como tú; también puede que descubramos que ya teníamos a nuestro alrededor muchas personas que también son neurodivergentes.
“He encontrado en las redes sociales a más mujeres autistas que con sus testimonios me han generado sentimiento de pertenencia, esto es muy reconfortante. E incluso con las que he podido interactuar, como es el caso de @autiblog, una mujer autista e investigadora a la que admiro, con la que me siento identificada, que me ha inspirado con sus publicaciones, su newsletter, su revista y me ha respondido con gran amabilidad”. Testimonio personal.
“Me he dado cuenta de que en mi propia familia hay más personas que son autistas, además de mí. De igual manera, he descubierto que, de forma inconsciente a lo largo de mi vida, me he rodeado, a nivel de amistad y pareja, de personas neurodivergentes”. Testimonio personal.
6. Encontrar la explicación de otras realidades coexistentes: vivir haciendo camuflaje durante mucho tiempo y recibir el diagnóstico en la edad adulta pueden ir acompañados de problemas de salud mental como la ansiedad, la depresión, el trastorno de conducta alimentaria, trastorno de estrés postraumático, problemas estomacales y del sistema autoinmune, entre otros. Conocer que nuestro sistema nervioso y nuestro cerebro funcionan de manera diferente al neurotípico, que nuestro neurotipo es atípico, nos puede ayudar saber cuáles son nuestros límites y, en consecuencia, que seamos realistas en cuanto al nivel de autoexigencia.
7. Poder dejar atrás diagnósticos errados, el origen idiopático de posibles coexistencias y tratamientos farmacológicos innecesarios, no ajustados o desproporcionados: Después de haber recibido diagnósticos errados, de seguir tratamientos farmacológicos excesivos, de recibir terapias en las que no conseguimos llegar a una “catarsis” y que se alargan en el transcurso de la vida sin ningún atisbo de mejora y de que no atiendan a nuestras sospechas de diagnóstico con evaluaciones de descarte. Cuando recibimos nuestro diagnóstico correcto, tenemos mayor posibilidad de recibir el tratamiento, los ajustes, los recursos y las ayudas adecuadas.
Desventajas del diagnóstico en la edad adulta
- Estigma y aislamiento: los posibles juicios de los demás hacia nosotros y la posible tensión laboral debida al capacitismo que pueda desembocar en despido.
“Pero es duro cuando te comparas constantemente con los demás. E incluso si no es que otras personas te dejen de lado a propósito, sientes que no puedes seguir el ritmo. Y es inútil intentarlo. Así que tiendes a… Yo tiendo a alejarme socialmente. No voy a la fiesta o no hago cosas, no participo, porque siento que me estoy preparando para fracasar o algo así”. Testimonio recogido en Babinski et al. (2024)
- Miedo a revelar nuestro diagnóstico y sus posibles consecuencias: el diagnóstico es algo personal y privado. No tenemos obligación de decírselo a nadie, pero sí la libertad de contarlo si es nuestra voluntad. El diagnóstico no está asociado a la revelación. Expresar esta información puede hacer que algunos de nosotros nos sintamos liberados, en calma y con el permiso de poder regularnos si lo necesitamos. Pero también, puede hacer que otros de nosotros experimentemos el pánico de sentirnos expuestos.
Esto nos lleva a la reflexión de la importancia de aprender, conocer e identificar las características de las neurodivergencias por parte de los profesionales de la salud y de la educación, en favor de derivar, evaluar, diagnosticar y orientar lo antes posible a las personas neurodivergentes. No podemos olvidar la necesidad de que se hagan diagnósticos diferenciales para saber si el diagnóstico es el idóneo. Se requiere más investigación de la presentación de las características de las diferentes neurodivergencias en cada una de las etapas vitales y sobre todo en niñas, adolescentes y mujeres. Es imprescindible escuchar a las personas neurodivergentes y que ellas mismas sean también quienes organizan los estudios.
Las personas neurodivergentes no empeoramos al conocer nuestro diagnóstico, al contrario, nos hace bien. De este modo definimos nuestra identidad, alcanzamos la sensación de pertenencia, nos posibilita el poder dar sentido a nuestra existencia y encontrar nuestro lugar en el mundo. “No entender por qué uno es como es puede afectar muchísimo nuestras vidas en todos los aspectos” (Julieta Ax, 2021).
Son nuestros familiares neurotípicos quienes generalmente sufren y se sienten mal tras el diagnóstico; muchas veces cargándose de sentimientos como la culpa o la rabia por no haber sabido identificar antes qué nos pasaba, no haber sabido entendernos o cuidarnos mejor. Pero el caso es que ellos no tienen la culpa de no haber conocido antes nuestra condición. Jim Sinclair (1992) que dice que “no hay que sufrir por lo que nunca fue, sino explorar lo que se es.”
Esto no nos exime de desafíos, que existen. El mundo está diseñado para neurotípicos. Al no contemplar las características de las personas neurodivergentes, nos encontramos con la discapacidad, encima invisible, con la que tenemos que vivir en esta sociedad preparada para lo que se considera “normal” y en la que se nos exige poner voluntad y esforzarnos para funcionar de una manera que no tiene que ver con cómo funciona nuestro cerebro y nuestro sistema nervioso. Es imperioso que, también, se puedan ver nuestras fortalezas y que sean conscientes de que podemos aportar y mucho a esta sociedad, necesitada de reconocer la diversidad. Urge que vean y veamos en nosotros lo que somos en sí, que es valioso, sin pretender vivir pareciéndonos a los neurotípicos.
En definitiva, tener el diagnóstico de neurodivergencia, aunque sea en la edad adulta, es beneficioso. Hay personas que, al recibirlo, dicen que les habría gustado saberlo antes. No tenerlo puede dar lugar a: diagnósticos equivocados, problemas de salud mental (ansiedad, depresión, suicidio…), enfermedades digestivas, autoinmunes, problemas de autoestima y de identidad y agotamiento extremo por no saber cómo atender nuestras necesidades, dando lugar a la disociación o al síndrome de burnout, entre otras secuelas.
“Somos neurodivergentes porque gracias y desde nuestra neurodivergencia construimos formas de vida, sentido y modos de sentir y del afecto como otros no podrían. Somos neurodivergentes para estar en este mundo, el de todas las existencias” Ernesto Reaño
Bibliografía
- Ax, J. (2021). Adultos con autismo: La realidad. Independently published.
- Babinski, D. E., & Libsack, E. J. (2025). Adult diagnosis of ADHD in women: A mixed methods investigation. Journal of Attention Disorders, 29(3), 207–219. https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/10870547241297897
- Codina, S. (2023). Neurodivina y punto: 40 años siendo autista y yo sin saberlo. Lunwerg Editores.
- Reaño, E. (2023). ¿Qué es el Autismo? Reflexiones desde el paradigma de la neurodiversidad. Ernesto Reaño Carranza.
- Sánchez, B. (2025, 2 de enero). Diagnóstico en la edad adulta ¿para qué? Neurodivergencia. https://www.mamavaliente.es/2025/01/02/diagnostico-en-la-edad-adulta-para-que/
- Simone, R. (2013). Aspergirls: Empowering Females with Asperger Syndrome. Jessica Kingsley Publishers Ltd. (Obra original publicada en 2010). El Asperger en femenino. Como promover la independencia de mujeres diagnosticadas de Síndrome de Asperger (Traducido por Federació Espectre Autista-Asperger de Catalunya).