Un lienzo de sueños
“La pesadilla”
Por voluntario de la Fundación Soycomotu
“…Por más que lo intento no consigo dormir. En un frenético duermevela paso la noche mientras una intensa desazón me devora. Empapado en sudor doy vueltas en una cama que como arenas movedizas me absorbe. Agarro con mis manos sus bordes mientras creo hundirme sin remedio entre las sábanas.
Fuera y dentro oscuridad. Quiero cubrirme. Con mis manos estiro todo lo que puedo la manta mientras la aprisiono haciendo cepo con mis pies.
Ahora, tapado hasta la nariz y mirando hacia la puerta, espero algo extraordinario que le dé sentido a mi desazón; una visita inesperada desde lo más profundo de mi mente o un susurro que desde mis tímpanos pronuncie mi nombre. Pero nada llega por más que lo aguardo. Maldigo en silencio mi cobardía. Sigo sin oír nada. La falta de sueño alarga mi agonía. Deseo como nunca que comience el nuevo día. Un frío que no viene de fuera me recorre los huesos. Quiero dejar de mirar a todas partes pero el temor a ser sorprendido me empuja a no hacerlo.
Siento el vértigo en mi estómago mientras la piel se me eriza. No temo a nada en concreto, solo al propio miedo. Terrible, atroz, negro.
Me levanto y me dirijo hacia la mesa. Cojo las cerillas. Enciendo una y prendo las mechas del candelabro con que ilumino mi estancia. Miro el lienzo que se encuentra ante mi cama. Marco único, vacío. Entrepaño renegrido que no va a ser pintado por los colores que conozco. Sobre un atril hay una paleta con distintos tonos. Pero estos son especiales. Variantes oscuros que sacarán mis pasiones. Clavo los ojos sobre el lienzo y con el pincel atrapo las combinaciones. Esos mismos tonos cambian en una suerte de movimientos que no logran atemperar las ideas que me nublan: una quijada sombría que anuncia un lamento umbroso, un grito opaco alumbrado por un quinqué crepuscular, sombras de miradas tenebrosas que giran en torno a la desgracia y unos cuerpos que se hunden en su aciago destino.
Ya está terminado. A través de las cortinas, los primeros rayos de sol comienzan a quebrar las tonalidades de mi encapotada alcoba.
Sereno, contemplo mis pecados. Esta noche bailarán para mí. …”.
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