Por Tomás Piñero, activista y voluntario, monitor del programa educativo en Fundación SOYCOMOTÚ
La culpa es una emoción que nos guía a reparar el daño causado, nos hace querer pedir perdón por nuestras acciones y actuar de otro modo en el futuro. Como emoción, es eminentemente social, nos alerta de aquellas acciones que hemos realizado en contra de nuestros valores o causando perjuicio a otras personas.
La culpa no requiere de observadores externos, podemos sentirla en soledad, al contrario que la vergüenza. La vergüenza es una emoción que surge por no cumplir unos estándares sociales, por un acto que no está a la altura de la ocasión y que mostrándola apacigua al resto. La vergüenza es una evaluación de nuestro “yo” interno de manera negativa, la culpa está más centrada en las acciones concretas.
Se podría decir que es una emoción inútil de sentir en el presente, porque sentirla es muy desagradable pero no cambia el pasado. Sin embargo, su poder está en estrechar los lazos con las personas, lazos que se habían tensado, haciéndoles ver que te sientes mal por aquello que ocurrió y que estás dispuesto a sacrificar algo por mejorar su bienestar. Gracias a sentir empatía, podemos sentir culpa, podemos ver que nuestras acciones pueden causar malestar a otras personas y poder sentirlo, de otro modo, sería mucho más difícil la coexistencia pacífica.
Si sientes culpa, hazle caso a tu emoción si es apropiado, trata de no repetir errores y acercarte a las personas, porque, por nuestra supervivencia social, necesitamos de los demás y necesitamos estar en paz con ellos, por nuestro bienestar. Pedir perdón es un acto de sinceridad, a veces muy necesario, para cuidar de relaciones importantes en nuestra vida. A veces, no seremos perdonados y, debemos aceptarlo, nadie está obligado a perdonar pero, si hacemos lo que está en nuestra mano, podemos sentirnos en paz.
La culpa es una carga difícil de llevar cuando es pesada, además hay cosas que no se pueden reparar, relaciones que no se pueden salvar… Trata de contar a alguien y ser perdonado, intenta estar en paz contigo mismo y trata de ser feliz lo antes posible de nuevo, sin olvidarte de no repetir tus errores. Como hemos aprendido en el programa de educación para la salud mental de la Fundación SOYCOMOTÚ, todas las emociones son necesarias, todas son válidas y debemos hacerles caso, nos alertan de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, en nuestras relaciones sociales, nos marcan lo importante, y si sientes culpa, examinar de dónde proviene, te orientará para actuar en consecuencia.
2 Comments
Cayetano Toledo Hernández
Bien explicado, Tomás, gracias.
Hoy en día parece que nadie siente culpa de nada y no hay por qué disculparse. Es como si todo estuviese permitido o tuviésemos que admitirlo en las relaciones sociales. Al potenciar el individualismo de la persona sobre todas las cosas estamos eliminando la culpa y la empatía, enterrando las emociones, lo cual no augura nada bueno. No obstante, cuando la culpa es excesiva y se convierte en una carga, deja de cumplir su función social y hay que librarse de ella o aprender a sobrellevarla o canalizarla positivamente. En caso contrario, mejor pedir ayuda a un/a profesional.
Tomás Francisco Piñero Navarro
Hola Cayetano, gracias por comentar.
Estoy de acuerdo contigo, el desarrollo del individualismo y la cultura del logro nos aleja de los demás, la culpa es una emoción que sentirla te acerca a los demás y puede hacer más fuertes los vínculos. Además, pedir disculpas es un acto de gran valentía que no todo el mundo está dispuesto a hacer. Es cierto que, en exceso, se convierte en un lastre para ser feliz y vivir nuevos presentes.
Un saludo Cayetano