Un Lienzo de sueños
“El Sueño de las Meninas”
Por voluntario de la Fundación SoyComotu
“…Sin duda es un gran cuadro. Lo encuentro tras una banda roja carmesí, en una sala de gruesos muros de ladrillo forrado de zócalos de alicatado. Un artesonado de estrellas cubre toda la estancia.
En la pared lateral, a mi derecha, está situado el único vano de la estancia. Vomitorio de luz, penetra ésta invasiva salvando la nula resistencia de una hermosa celosía. La ausencia de otros focos aumenta el efecto del claroscuro. Es como asistir a un parto de sombras…
No es un cuadro tan austero como muchos puedan pensar, me parece un lienzo de lo más natural. Polaroid de los `80, foto de familia donde nada es lo que parece. No están todos los que son, ni son todos los que están podría pensarse.
Pero nada más lejos de la realidad. Vuelvo la cabeza buscando alguna incómoda presencia. Esta vez la cinta carmesí, situada atrás, cierra la entrada. Camino hacia el cuadro con la vista clavada en el reflejo de los protagonistas. Quiero saber lo que están haciendo. Me arrimo aún más, hasta casi tocar con la nariz la superficie del lienzo. A través de la cerradura de cristal escruto el interior. Sorprendidos los regios padres, el Rey Planeta me lanza la misma mirada recriminatoria que arroja el padre al verse descubierto en la alcoba con su mujer.
Impresionado me retiro al instante. El sudor cubre mi labio superior. Hace mucho calor, muy húmedo. Me pregunto de dónde sale.
Oigo unas risas. Proceden de la parte trasera del cuadro.
Un muro blanco de vaho me traspasa. Avanzo guiado únicamente por las risotadas que no cejan. Conforme la humedad se disipa, en la Sala de la Pila Pequeña sorprendo una escena femenina. En el centro la hija de los reyes, la Infanta Margarita, aparece acompañada por sus damas de honor. Doña Isabel de Velasco le susurra chascarrillos de Palacio mientras Agustina Sarmiento, tras hacer una genuflexión, marcha solícita a cumplir el infantil mandato. Mari Bárbola, sin perder detalle, se percata de mi presencia. La Real Persona advierte el gesto de la diminuta. Con el regio porte de los Austrias, la Infanta me lanza una mirada cómplice.
Velázquez, el pintor de la Corte, continúa concentrado en la tela cubriendo su lienzo con etéreas emanaciones de arco iris…”.
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