Por Rafael Escudero, licenciado en comunicación, gestor cultural y profesor del Taller de Interpretación en Fundación Soycomotu.
En el taller de interpretación y creación escénica de Fundación Soycomotu hemos despertado el sentido del tacto porque la piel cuenta y expresa, los cuerpos inmóviles y en movimiento, los que se tocan o se rozan, los que se aproximan y sienten el calor y el temblor de lo sentido al transformarse en nervio, en sudor o en pequeños movimientos que percibimos como una realidad que transmite y contagia emociones.
El tacto nos define la realidad de una forma más cercana que el resto de los sentidos, porque el tacto nos hace sentir al otro, pero también nuestro propio cuerpo, creando una nueva energía un nuevo ente con capacidad de expresar. En el taller trabajamos el concepto de BURBUJA, un espacio que nos rodea y que abarca la realidad alcanzable por nuestro propio cuerpo, un espacio de seguridad del que somos dueños, y que nos gusta mantener a salvo, pero que de forma generosa compartimos con otros para crear un contacto o un movimiento conjunto estéticamente bello. Cuando entramos en contacto en esta burbuja, los cuerpos se aceleran y comparten una misma energía y sin tocarse se tocan, siendo dos en uno. Cuando los cuerpos se unen descubrimos lo otro, las posibilidades de un cuerpo que prolonga, que se transforma en una unidad, cuyo movimiento se transmite como la corriente eléctrica y da lugar a una nueva realidad.
Cuando unimos los cuerpos, podemos crear nuevas formas, estimulando la creatividad a todos los niveles, un JUEGO MONSTRUOSO creando seres de varios brazos, con dos cabezas o cuatro piernas, árboles con ramas que chocan entre entre ellas y atrapan con su movimiento, llevándonos a imágenes como al dios hindú Vishnu con sus cuatro brazos o Cancerbero el perro de tres cabezas. La unión de los cuerpos nos acerca también a transmitir emociones y conflictos emocionales al unir la emoción de cada uno de los actores o actrices.
Una sesión que ha propiciado el aprendizaje sobre nuestro propio cuerpo, a reducir el miedo al contacto, a aumentar nuestra seguridad y nuestra autoestima, donde cada uno ha tenido que aceptar su propio cuerpo para poder crear nuevos contextos con él, a darle belleza y expresión a la diversidad de formas, porque en el arte cualquier forma es bella, cualquier línea, sea redondeada o rectilínea, encuentra su campo de expresión, y no hay nada mas bello que la armonía y el equilibrio encontrado en la diversidad.
El tacto ha favorecido la cohesión del grupo, acercándonos y permitiéndonos enfrentarnos a miedos sociales como el contacto entre un hombre y una mujer, una mujer con una mujer o un hombre con un hombre, nos ha permitido ELIMINAR ESTIGMAS para poder construir el contacto escénico en el que se basa el ejercicio físico, las disciplinas del movimiento o la danza.
Un encuentro necesario tras dos años de distanciamiento en el que todos hemos echado de menos un abrazo, una mano en el hombro o una caricia en la mejilla, y es que el sentido del tacto nos acerca a la realidad pero también crea nuevas realidades.