Por Chiqui Navarro, activista y voluntaria en Fundación SOYCOMOTÚ
Los Estados Miembros de la UNESCO han declarado el primer jueves de noviembre como el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el ciberacoso, reconociendo que la violencia en las escuelas, en todas sus formas, constituye una violación de los derechos a la educación, la salud y el bienestar de los niños, niñas y adolescentes. Desde Fundación SOYCOMOTÚ, queremos sensibilizar y aportar información sobre las graves consecuencias de este tipo de violencia que no sólo se quedan en la infancia o en la adolescencia, sino que adentran en la adultez.
En un día tan significativo como el de hoy y después de ver de frente y sin filtros el acoso en su forma más cruel y despiadada, nos referimos al suicidio en Sevilla de una adolescente de 14, que sufría bullying, el pasado 14 de octubre de 2025, seguimos soñando con el colegio ideal. Un colegio donde se enseña la gramática del respeto, se aprende a sumar empatía, se habla el idioma de la tolerancia y se fomenta el desarrollo de la inteligencia emocional. Un colegio donde existe una asignatura llamada Salud del Alma, esa que nos enseña a cuidarnos tanto por dentro como por fuera.
Sin embargo, para llegar ahí no basta con sancionar al centro educativo donde ocurre el acoso. Necesitamos premiar y fortalecer a quienes lo detectan, a quienes se atreven a señalar al acosador que juega con sus compañeros como si fueran personajes de un videojuego, sin sentimientos, sin consecuencias. Y premiemos también a ese profesorado que, además de enseñar Historia, Matemáticas, Geografía,… enseña el valor del respeto. Porque todos somos iguales. Porque todos somos diferentes.
Ojalá algún día la sociedad, las familias y el sistema educativo dejen de vulnerar los derechos del más débil, y en su lugar, le proporcionen herramienta y le devuelvan su dignidad. La Administración no puede seguir mirando hacia otro lado. Y nosotros, tampoco. Despojemos al acosador de su poder, ese falso poder que se alimenta de la impunidad y del silencio, pero no con venganza, sino con conciencia, con límites claros. No podemos permitirnos perder ni una sola vida más. Hoy, y todos los días, levantamos la voz: No al acoso escolar. Sí a la educación en valores. Sí a los colegios que cuidan. Sí a los docentes que enseñan con el corazón.
Educar en respeto salva vidas.

