“Si la psiquiatría y la psicología no hubieran existido, el cine habría tenido que inventarlas. Y, en cierto sentido, lo ha hecho”.
Irving Schneider
Es cierto que los cineastas se sienten enormemente atraídos por el mundo de la psicopatología. Guionistas y realizadores extraen apasionantes historias derivadas de este magnífico filón. Y, el público, se siente fascinado por este tipo de películas en las que se indaga y profundiza en traumas y en los complejos y oscuros pasadizos del alma humana.
El cine nos permite canalizar deseos y frustraciones, nos provoca una catarsis a través de la cual se consigue un cierto alivio de nuestros propios conflictos internos. La identificación con el protagonista de la narración conduce al recuerdo, incluso, de vivencias celosamente censuradas y custodiadas en nuestro inconsciente, por el alto voltaje del trauma experimentado. De ahí, que el cine haga gala de cierta faceta terapeútica y que llegue a ser utilizado como una herramienta o técnica psicológica dentro del marco de la psicoterapia.
Lo bueno del cine, como dice Pedro Ruiz, es que durante dos horas los problemas son de otros y ello nos permite hablar con mayor naturalidad y libertad de temas que “en frío”, sin este recurso cinematográfico, nos provocarían vergüenza, miedo o un verdadero bloqueo emocional.
Dra. Mª Nieves Martinez-Hidalgo
Presidenta de la Fundación SoyComotu
Elling
El Rey Pescador
Lars y una Chica de Verdad
Ángeles sin Paraíso
Milagro en Milán
La profesora de historia
In Memoriam Virginia Woolf: "Las Horas"
La parte de los Ángeles
Shine. El resplandor de un genio
Madres e Hijas
La Clase
Elling
Lars y una Chica de Verdad
Temple Grandin
Mozart y la Ballena
Los Tenenbaums
Leolo
Romeos
Mi Vida en Rosa
Deliciosa Marta