A lo largo del mes de marzo, los participantes de distintos talleres del programa de formación inclusiva Soycomotu están estrechando lazos de cooperación. ¿A qué se debe? Pues a que están preparando un programa de radio en directo, con público asistente, en la Biblioteca Regional de Murcia y para organizar este gran proyecto, se han formado pequeños grupos o comisiones de trabajo donde la creatividad fluye con libertad, sin prejuicios ni etiquetas.
Hoy publicamos este post en el que se relata el encuentro que el grupo de trabajo sobre diseño de carteles ha mantenido durante la mañana del domingo. Este grupo está conformado por participantes de tres talleres, en concreto, Dibujo, Radio y Fotografía.
El grupo de diseño de carteles salió a las 9 am para fotografiar los mejores graffitis de la ciudad de Murcia. Su objetivo: obtener suficientes imágenes como para poder jugar con ellas a la hora de crear un collage. Siguieron una ruta con distintas paradas: skate park, los murales del parque de Fofó, del club de tenis, del centro cultural Puertas de Castilla y de la Fremm. Todas estas obras pictóricas expuestas al aire libre estaban llenas de creatividad, color y originalidad, justo lo que este grupo andaba buscando de buena mañana.
Sin embargo, lo que más sorprendió y conmovió a este grupo de participantes fue precisamente un regalo que “cayó del cielo” de una forma inesperada.
Cuando se disponían a terminar la actividad que se había llevado a cabo entre risas y en un ambiente excelente, decidieron hacer una foto de grupo. Resulta que el único sitio con espacio suficiente y sin obstáculos era la puerta trasera del teatro Romea, en concreto una puerta de acero que, aún careciendo de valor artístico, si abrió un acceso mágico a las estancias interiores de este hermoso teatro. Los participantes se sintieron estrellas de cine y/o reporteros profesionales cuando el personal del centro les fue explicando las distintas funciones de cada espacio de este gran edificio.
Un lujo estar en el palco real, contemplar esos preciosos frescos de los techos, la ornametacion y los acabados de más de cien años en sus columnas y el renovado suelo de madera del patio de butacas.
Las cámaras echaban humo, los participantes querían inmortalizar cada segundo de esa experiencia única. Al salir del teatro, ninguno conseguía articular palabra, todos sabían que habían vivido algo muy especial. También tenían la certeza de que regresarían al teatro Romea, esta vez para asistir como público a alguna representación teatral, y, aunque no lo tendrían para ellos solos como esa mañana de domingo, sería como volver a ver a un viejo amigo vestido de gala con todas las butacas ocupadas.
A continuación unas fotografías con las experiencias vividas.







