Por Basi Jorquera, activista en salud mental de Fundación SOYCOMOTU
En esta “modernidad líquida” (Zygmut Bauman) donde todos queremos opinar pero muy pocos aportar, donde todos queremos llevar razón y nos creemos en posesión de la verdad, donde la vertiginosa rapidez de los cambios ha debilitado los vínculos humanos, donde “el sálvese quien pueda” del individualismo de esta competición diaria que es la vida actual, que nos impone el sistema neoliberal, está acabando con la salud mental de muchos de nosotros.
En esta “modernidad líquida” donde hasta con la salud se comercializa y donde la salud mental está denostada por el estigma que todavía la sociedad mantiene sobre muchos de nosotros y sobre los problemas de salud mental en general, donde para el sistema nacional de salud es más fácil expedir una receta con medicamentos o drogas potencialmente peligrosas por sus efectos secundarios que hablar diez minutos con el paciente para conocer de sus dolencias; donde es más rentable permitir la eutanasia y el aborto, alegando que la libertad está por encima de la vida, (aunque el derecho sea inalienable a la persona), que potenciar campañas de orientación sexual entre jóvenes y de buen morir entre adultos, (lo que se desconoce causa ignorancia y miedo), y de conciliación familiar para evitar que el núcleo de la sociedad desaparezca: la familia.
En esta “modernidad líquida” donde el compromiso no existe, la palabra dada ni se sabe lo que es, “el apoyo mutuo” (Piotr Kropotkin) siempre está condicionado, la espiritualidad hace mutis por el foro, la naturaleza no sabemos buscarla a la vuelta de la esquina, el hedonismo y el individualismo impera a sus anchas, la rentabilidad y el “facturar” se ha puesto de moda, los espacios públicos ya no son tan públicos puesto que no están pensados y realizados en beneficio del ser humano ni para su disfrute (la ciudad es para “pateársela”, vivirla, no para sentarse y conducir); en esta “modernidad líquida” donde las adicciones son un problema de salud pública, donde tener tiempo para sí mismo, para uno, equivale a estar libre para ir de compras al centro comercial, donde la utopía se ha convertido en realizable, donde los cantautores ya no son revolucionarios, donde la luna está a golpe de “visa oro”, donde si no eres original y “vendes” y eres youtuber o instagramer no te conoce el vecino de la puerta de al lado, donde hasta de una mano que te recoge del suelo cuando tropiezas te sorprende y te causa extrañeza; en una sociedad así tenemos un problema, algo está fallando y debemos ponernos manos a la obra para buscar soluciones entre todos y parar esta sangría de problemas de salud mental y sus graves consecuencias, (porque si no la sociedad está condenada a la patologización crónica), como son los trastornos graves mentales, la depresión, la ansiedad generalizada y el que es el peor de todos porque supone el fracaso de toda la sociedad en su conjunto: el suicidio.
Las soluciones a todos estos complejos problemas la podemos tener, entre otras soluciones, en los grupos de apoyo mutuo o GAM´s y en el asociacionismo en todas sus vertientes conocidas: desde los grupos parroquiales pasando por el sindicalismo, los scouts, las asociaciones de vecinos, las asociaciones de padres y madres en colegios e institutos, las asociaciones y las de salud mental en particular, las ONG´s y desde Fundación SOYCOMOTU también ponemos nuestro granito de arena en esta vertebración necesaria de la sociedad y en contribuir a que las personas sigan manteniendo lazos de amistad y se preocupen las unas por las otras luchando contra ese devenir que nos quiere devorar en esta sociedad a todas luces competitiva e individualista. Y destructora de la persona en su esencia.
Fundación SOYCOMOTU propone múltiples actividades para que las personas que padecemos y sufrimos de trastornos mentales graves como el trastorno bipolar, la esquizofrenia, TOC, TLP, depresión y tantas otras, encontremos un espacio para hablar sin sentirnos juzgados, opinar, aprender y desarrollar nuestras habilidades creativas canalizadas en talleres de teatro, danza, escritura creativa, radio, cine, cocina…etc; nos relacionemos con otras personas sin “etiqueta” en esos talleres y fuera de ellos y sus resultados se vuelquen y reviertan en la sociedad a la que todos pertenecemos y a la que todos y todas debemos contribuir para su mejora. Así mismo, las personas en estos espacios nos empoderamos y nos ayuda a que el resto de la sociedad nos vea en “sujeto” sin los complementos de la enfermedad o trastorno que, al igual que otras personas con otras dolencias, padecemos. Sin etiquetas ellos, sin etiquetas nosotros. Tal cuales ellos, tal cuales nosotros. Juntos todos y con un mismo fin: la inclusión y la participación social a través del arte de las personas que padecemos problemas de salud mental en ésta, nuestra sociedad. La de todos y la de todas.