Un Lienzo de sueños
“El Paseos de los sabios”
Por voluntario de la Fundación SoyComotu
“…La humedad del canal consigue traspasar mi grueso capote invadiéndome hasta los tuétanos. Embozado, y con el sombrero calado hasta los ojos, camino a paso decidido por unas calles empedradas sobre las que resuena el taconeo de mis botas.
Las barcazas, al margen, chapotean amarradas mientras tenues farolas iluminan pálidamente un espacio del que aún la saturación es la vieja señora. No sé qué hora es, pero no tiene que faltar mucho para que amanezca. ¡Si no apuro no llegaré!
Corro atravesando callejuelas, apoyándome de tanto en tanto en los desconchados muros para no resbalar y caer. Mientras, desde los portales, los desmemoriados escalones le preguntan a su reflejo ¿desde cuándo estoy aquí?
Las primeras luces comienzan a rayar el día cuando por fin entro en la plaza. Jadeante, sudoroso. He conseguido llegar a tiempo.
Primero veo tres en el centro compartiendo su silencio; azul, amarillo y morado. Otros dos, algo más retirados, conversan; índigo y carmesí. El que pasea solo, verde y malva, va cavilando por el borde del canal, cubierto por un rico tocado rojo. Parece un príncipe oriental.
Al fondo, dos alumnos, dorado y añil, abordan a su maestro, violeta, quien les responde amablemente a su pregunta. Otro par se aleja, alienados de sí mismos. El uno encarnado, el otro turquesa.
No son los únicos… alzar la vista, mirar a lo lejos y encontrar más es cosa hecha.
¡Ahora!
En el preciso instante en que el sol inunda con toda su fuerza la plaza, al contacto de sus rayos, los itinerantes se transforman en chorros de color que resbalando por los vapores de la laguna se extienden sin orden por los cuatro canalones. Todo es una infinidad de tonos…”.
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