Por Nieves Martínez-Hidalgo
Hace ya cinco años, en noviembre de 2015, cuando presentaba mi tesis doctoral titulada “Evaluación del estigma hacia los adolescentes con problemas de salud mental”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmaba que una de cada cuatro personas está pasando o pasará por un problema de salud mental a lo largo de su vida y advertía a estados e instituciones públicas y privadas que para el 2020 los problemas de salud mental aumentarían en un 50% su prevalencia, instándoles a organizar campañas de sensibilización para luchar contra el estigma asociado a dichos problemas ya que este estigma constituye la principal barrera en el acceso a un diagnóstico y tratamiento temprano.
La predicción de la OMS se ha hecho realidad. Según un informe (Health at a Glance: Europe 2019), elaborado por la Comisión Europea y la OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo económico) en noviembre de 2019: “Se estima que una de cada dos personas experimenta un problema de salud mental durante su vida. El impacto de los problemas de salud mental es significativo, contribuyendo a peores resultados educativos, mayores tasas de desempleo y peor salud física.”
En población infanto-juvenil, el hecho de no poder acceder al tratamiento psicológico puede desencadenar el abandono y/o fracaso escolar, agravamiento de los síntomas, aumento de las tasas de suicidio y del abuso de sustancias, y embarazos no deseados, entre otras consecuencias.
Según un informe preparado por el Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS:
“Los trastornos mentales están inseparablemente vinculados al tema de los derechos humanos. El estigma, la discriminación y las violaciones de los derechos humanos que sufren las personas y las familias afectadas por trastornos mentales son intensos y profundos. (…) son consecuencias de una percepción general en cuanto a que no existen modalidades efectivas de prevención o tratamiento (…) las limitaciones en los derechos humanos básicos de individuos y comunidades vulnerables, pueden actuar como poderosos determinantes de los trastornos mentales. Por lo tanto, no es de sorprender que muchas de las medidas de prevención efectivas estén en armonía con los principios de igualdad social, igualdad de oportunidades e igualdad de atención de los grupos más vulnerables en la sociedad. Los ejemplos de estas intervenciones incluyen mejorar la nutrición, garantizar la educación primaria y el acceso al mercado laboral, eliminando la discriminación basada en raza y género y garantizando la seguridad económica.”
Por ello, la OMS alerta sobre la urgencia de estudiar, desarrollar e implementar estrategias contra el estigma, programas educativos, de sensibilización y alfabetización en salud mental dirigidos a población infanto-juvenil, a adultos y mayores y a agentes sociales que tienen un trato frecuente con personas con diversidad mental (cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, profesores, abogados y jueces, profesionales de la salud, de servicios sociales, entre otros).

El estigma tiene varios niveles de estudio:
- Estigma público o social: actitudes de rechazo y discriminación derivadas de creencias, estereotipos y prejuicios asociados a personas por el solo hecho de tener un diagnóstico en salud mental. Los estereotipos o creencias de imprevisibilidad, incontrolabilidad y peligrosidad llevan a la reacción emocional del miedo y de ahí la respuesta conductual de rechazo y/o evitación que existe en nuestra sociedad.
- El estigma internalizado o autoestigma: es la asunción por parte de las propias personas con diagnóstico en salud mental de las creencias que la sociedad tiene sobre ellos. Viven el estigma social como algo propio. Se sienten inútiles, fracasados, alienados. De ahí la importancia de su inclusión y participación social como cualquier otro ciudadano/a de pleno derecho.
- El estigma institucional: hace referencia a la desigualdad en el reparto económico que se hace desde las instituciones sanitarias a las distintas especialidades. Siendo la especialidad de salud mental en la que se invierte menos dinero y recursos.
Y de aquí viene el título de este artículo. Según un informe actualizado del Defensor del Pueblo, dentro de la sanidad pública el número de plazas para psicólogos es insuficiente cuando realmente hay una gran cantidad de psicólogos preparados. De hecho, en 2020 4.439 psicólogos se presentaron para obtener una de las 189 plazas PIR (Psicólogo Interno Residente) ofertadas por el Ministerio de Sanidad. Esta es una de las evidencias del estigma institucional hacia los psicólogos clínicos.
La psicología es una ciencia de la salud y del comportamiento muy joven. En la universidad de Murcia, la primera promoción de psicólogos fue la de 1975/1980. Yo soy de la tercera promoción (1977/1982). Tuvimos que luchar mucho (manifiestos, reuniones del colegio oficial de psicólogos y de los decanos de las distintas facultades de psicología con consejeros de sanidad y ministros, manifestaciones en Madrid de todos los psicólogos de España) para que la psicología clínica fuera considerada una especialidad sanitaria. Fue en 1993 cuando se realizó la primera convocatoria nacional PIR regulada, financiada por el propio Sistema Nacional de Salud y reconocida dentro del mismo y equiparable a cualquier otra especialidad sanitaria. El Real Decreto 2490/1998 creó a continuación la especialidad de Psicología Clínica, marco legal regulatorio de la especialidad y reconocimiento definitivo como tal. Dicho decreto confirmó definitivamente la vía de formación PIR como la única vía de acceso a la especialidad, si bien se estableció un exhaustivo proceso transitorio de homologación para aquellos psicólogos del SNS y del ámbito privado que contaran con los criterios exigidos. Yo fui uno de los 8.500 psicólogos reconocidos como Psicólogos Especialistas en Psicología Clínica (PEPC).
Ahora los psicólogos PIR ponen trabas para que los psicólogos sanitarios puedan trabajar en el ámbito de la sanidad pública. Sin embargo, hay muchos psicólogos que no pueden acceder a la vía PIR por el escaso número de plazas ofertadas. En mi opinión deberíamos estar todos unidos y no menospreciar a los compañeros, sino todo lo contrario, deberíamos apoyarnos y juntos presionar al gobierno central para que aumente el número de psicólogos como han hecho en otros países de Europa que cuentan con más del doble de profesionales que España y también se siguen quedando cortos.
Según un estudio por Wittchen et al. (2011), “En Europa, sólo un tercio de los pacientes llega a recibir tratamiento, generalmente después de un considerable tiempo bajo los síntomas de la enfermedad mental (con una media de muchos años sin recibir atención sanitaria).” Es decir, que si Europa se encuentra muy lejos de poder atajar y controlar esta nueva pandemia. En España la situación es verdaderamente alarmante, pues nos encontramos a gran distancia de los niveles europeos en cuanto a los servicios de salud mental que ofrecemos y a la existencia de recursos humanos o profesionales (psiquiatras, psicólogos, enfermeros y trabajadores sociales) dedicados a atender a personas con problemas de salud mental.

El Defensor del Pueblo, en un informe publicado en 2019, pide reforzar la atención en salud mental de forma “urgente” ya que ha comprobado que en España solo hay seis psicólogos por cada 100.000 habitantes. Una de sus preocupaciones principales es que el número de profesionales y la ratio “no ha variado” significativamente a lo largo de una década, y sigue alejada de la del resto de Europa como se comprobó en 2009.
Sigue este informe explicando que las carencias provocan que sea “habitual” que los tiempos de espera entre consulta y consulta de un mismo paciente en la sanidad pública “puedan alargarse hasta los tres meses, para tratamientos que requerirían una periodicidad mucho mayor”. También es habitual que la persona con malestar psíquico tenga que esperar 3 meses para tener su primera cita en su centro de salud mental. Esto conduce a la desigualdad e injusticia social ya que solo las personas con recursos económicos pueden acceder a tratamientos en clínicas privadas de psicología, dividiendo así a la población entre ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda que verán agravados sus síntomas o llegarán incluso al suicidio por no ser atendidos en salud mental en el momento en que lo necesitan.
La situación actual es “grave no, muy grave”, declaraba Fernando Chacón, Decano del Colegio de Psicólogos de Madrid, a eldiario.es. “La salud mental ha sido la hermana pobre de la sanidad, entre algunas razones históricas, por el estigma.” Después de la crisis no se ha hecho ningún esfuerzo por revertir lo que se recortó en sanidad y teniendo en cuenta que multitud de estudios realizados en todo el mundo concluyen que mejoraría la relación coste-beneficio a nivel de las administraciones públicas, mejoraría la salud de las personas y se reduciría el consumo de psicofármacos si se aplicaran los tratamientos psicológicos, es incomprensible que no se haya aumentado ya el número de profesionales de la salud mental contratados, tanto para centros sanitarios de especialidades como para centros de atención primaria donde los médicos de familia van sobrecargados de trabajo para poder atender el elevado número de consultas por presentar problemas de salud mental (depresión, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo, etc), viéndose forzados a la prescripción de psicofármacos (antidepresivos, ansiolíticos) para aliviar la sintomatología y mejorar la calidad de sueño y de vida de las personas que acuden al centro de salud.
Entonces, cabe preguntarse por qué la demanda y la contratación de psicólogos clínicos en centros públicos es tan escasa o casi inexistente en nuestro país si las necesidades de atención psicológica a los trastornos mentales es tan enorme, existen, además, profesionales psicólogos formados o cualificados para atenderlas y se reduciría el coste económico en el área de salud mental. Y una de las posibles respuestas que podríamos dar sería la existencia de un cierto nivel de estigma institucional hacia los psicólogos clínicos.
A la luz de todos estos datos, coincido con los autores del informe antes mencionado (Health at a Glance: Europe 2019) y considero que es muy importante tener en cuenta que:
- Una atención temprana y de alta calidad tiene el potencial de mejorar los resultados y puede ayudar a reducir el suicidio y el exceso de mortalidad en personas con problemas de salud mental.
- Para reducir el impacto de estos problemas, es necesario un enfoque multidimensional, que incluya: a) la prevención en Atención Primaria; b) una mejor integración de la atención a la salud física y la mental; y c) cambios en las actitudes de los y las profesionales de la salud que en muchas ocasiones no son las adecuadas cuando realizan una intervención con personas con problemas de salud mental. Dichas actitudes vienen derivadas del estigma social existente en los mismos profesionales.
2 Comments
Chony
Muy interesante y preocupante si no se toman las medidas adecuadas.
Está claro, y más después de lo que estamos pasando, que debemos de invertir más en sanidad y no dejar de lado la salud mental que se está demostrando que es tan importante cuidar. Ojalá aprendamos de los errores.
Nieves Martínez
Gracias por tus reflexiones, Chony. Ojala aprendamos de los errores, aunque el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra varias veces. Desconozco los motivos reales para que el gobierno de España no haya dado un paso adelante en el tema de la prevención del suicidio y de la alfabetización en salud mental de toda la sociedad. El estigma existente mantiene el desconocimiento y las creencias y prejuicios transmitidos a través de lo tiempos en medios de comunicación, películas, etc. Ahora sabemos más sobre el cáncer, porque se han hecho multitud de campañas para romper el estigma asociado a esta enfermedad; la información a través de la televisión y otros medios de comunicación, ha ido facilitando que las personas hablemos sin vergüenza ni tabúes de que tenemos cáncer o un familiar nuestro lo padece. De este modo, se promueve la prevención y el agravamiento de la sintomatología. La misma inversión económica en campañas de promoción de la salud mental, de medios , recursos y profesionales hay que hacerla en el área de la salud mental.