Un Lienzo de sueños
“Siempre Picasso”
Por voluntario de la Fundación SoyComotu
“…Hace un día precioso, de una luminosidad cegadora. Afortunadamente llevo unas gafas oscuras. Los cristales son grandes y redondos. Ahumados creo. La mar está llana, como pocas veces se ha visto en el golfo. Sí, como un plato. Los distintos tonos de verde la hacen parecer sortilegios de ámbar.
La arena está caliente. Es muy blanca, y suave. Me descubro jugando con ella, agarrando con mis manos toda la que puedo. Resulta un intento vano –y absurdo-, pues nunca consigo que deje de escurrírseme entre los dedos.
El graznido de gaviotas rompe mi ensimismamiento. Levanto la cabeza y mirando mi propia sombra intento localizar el sonido. Creo que viene de arriba. Inmediatamente me pongo en pie y alzo mi vista al cielo. No hay nada, solo un azul absoluto, ¿No estaré del revés, a punto de ser arrojado al vacío?
Oigo una risa femenina y giro la cabeza.
Madmoiselle Gilot camina grácilmente por la arena mientras Don Pablo, también entre risas, le sigue al paso sosteniendo su sombrilla.
Es la felicidad de los colores. Veo la escena y no puedo evitar sonreír. Pienso en esa frase tan italiana, ¿cómo era? Il Dolce Far Niente, o algo así.
Fuera de escena aparece un hombre.
Engominado, siempre portando su enfundada cámara, es como un extraño cetrero que aguardara paciente el inicio de la caza. Capa creo que se llama. El maestro dice que aunque algo ambicioso es muy bueno. Afirma que aún llegará más lejos.
Pone la máquina a la altura de su cara, el ojo en la mirilla y… ¡Dispara!
Para Picasso no es suficiente con marcar el tiempo en que vive. También tiene que conquistar el instante…”.
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